lunes, 7 de enero de 2013

MALDITO KUROSAWA


El oscarizado y célebre director de cine Akira Kurosawa brilló por propios méritos entre otras cosas por mostrar en sus películas una realidad mucho más real que la propia realidad. Conocido por un exceso de búsqueda de la perfección cinematográfica llegaba a alterar la propia realidad. 

En Rashomon llegó a teñir el agua de lluvia con tinta negra para dar el efecto de más intensa y real, no quiero imaginar como terminarían los actores. En Ran hizo construir todo un castillo en las laderas del Monte Fuji, sólo para quemarlo hasta los cimientos en el clímax de la película. Esto tiene una retirada faraónica. Otras historias similares sobre el perfeccionismo de Kurosawa hablan de que mandó invertir el sentido del flujo de un arroyo, para lograr un mejor efecto visual. Esto ya si que es grande, tan grande y perfeccionista que se ha convertido en el pan nuestro de cada día.

Esto que hace muchos años ya desarrollo Kurosawa en sus películas es exactamente lo que pasa hoy. Maldito Kurosawa al enseñar el camino a seguir a los poderes fácticos (la banca, la Iglesia, los medios de comunicación…) y el poder ejecutivo, el gobierno.

Cuantas veces hemos visto un banco entrando en barrena cuando 3 meses antes todo era sol y rosas. O la Iglesia que promulga unos mandamientos que ni sus propios miembros respetan. O los medios de comunicación capaces de inventar sus noticias alterando absolutamente la realidad. Y no digamos de los gobernantes, capaces de todo esto y mucho más.

El gran Kurosawa sabía lo que hacía y nuestros congéneres aprendieron la lección. Sólo queda tener claro que lo de Kurosawa eran películas y lo de hoy es realidad, ¿o tal vez es al revés?

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