jueves, 20 de junio de 2013

EL ANCIANO QUIJOTE (Ventanas de Barcino 4)


Después de correr detrás de mi hijo durante un buen rato, consigo sentarme en un banco de los jardines de La Maternidad con la respiración algo alterada por el ajetreo. Mientras jugaba con mi hijo no me había fijado que en un banco cercano, estaba sentado un hombre de avanzada edad que observaba como jugábamos con una pelota. Al sentarme, el hombre me dijo "bendita juventud, cuanta vitalidad". Yo asentí con la cabeza y me fijé un poco más en él, era un hombre de unos noventa años, el poco pelo que tenía era muy blanco, igual que la barba, su figura era delgada y sujetaba un bastón que se había convertido en su apéndice inanimado, parecía un Quijote con demasiados años encima. Su aspecto era de absoluta fragilidad, como una arcaica copa de cristal extremadamente fina.

Cuando le estaba observando, llegó a su lado una joven que por la confianza con la que le hablaba pensé que sería su nieta. El anciano Quijote se negó a que le ayudara a levantarse del banco, tenía su orgullo y para él era un acto casi de valentía. Logró ponerse en pie con una lentitud mineral y tanteó el suelo con la punta del bastón y miró a una distancia inaccesible sus pies, que avanzaban centímetro a centímetro. El dolor de las plantas de sus pies le trajo recuerdos de cuando corría sin descanso igual que mi hijo, daba la sensación de que las piernas no aguantaban el peso de su moribundo cuerpo, y su organismo entero se iba a deshacer de un momento a otro. La agonía de que el camino no se acaba nunca.

Nos miró con los ojos entornados y se fue muy lentamente con el recuerdo avivado por las carreras de mi hijo, de cuando era un Quijote muy joven, y rememoró los paraísos ya muy lejanos de su vida, cuando acabó de casarse y enloquecía de deseo por el resplandor de la piel y la caliente suavidad de los muslos de la que fue su amada mujer, la soberbia y el coraje de la juventud, la música, los bailes, las alegrías. Todos esos recuerdos tan lejanos que parecen irreales, tanto que son como de otra vida.

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