lunes, 23 de septiembre de 2013

EL VIVO MUERTO


Una de las novelas ejemplares de Balzac cuenta una historia de un Coronel napoleónico que fue dado por muerto en la batalla de Eylau y narra con tremebunda maestría el rechazo más absoluto a un vivo muerto. Esta batalla aconteció entre el 7 y el 8 de febrero de 1807 cerca de la ciudad con ese nombre en la Prusia Oriental, y combatieron los ejércitos francés y ruso bajo unas temperaturas tan frías que se dice que fue la batalla con la temperatura más baja jamás librada, cosa que por otra parte parece bastante difícil de concretar con certeza. El Coronel Chabert, así se llamaba, en el fulgor de la batalla recibe un tremendo sablazo en la cabeza y el Mariscal Murat, el mismo que sofocó en Madrid el levantamiento del 2 de mayo, lanzó una carga con miles de jinetes para intentar socorrerlo, pero todos estos jinetes, incluido Murat, pasan por encina del cuerpo abatido de Chabert. Le dan por muerto, a pesar de que envían médicos al campo de batalla y lo encuentran con la cabeza abierta confirmando con negligencia su defunción.

Entre una montaña de cadáveres desnudos Chabert delira escuchando las voces y los lamentos de los muertos que hay a su alrededor y se rehace como puede, se abriga con restos de ropa haraposa y comienza una penoso y largo peregrinaje hacia su París natal que durará tres años. Mientras tanto a su esposa le comunican su fallecimiento y le hacen un funeral de estado. La fortuna y todos lo bienes de Chabert pasan a su esposa que transcurrido un tiempo y sobreponerse lentamente con enorme pesar al fallecimiento de Chabert, volverá a casarse y formar una nueva familia.

Después de tres años Chabert llega a París, a su casa y encuentra que su mujer ha formado otra vida. Chabert lucha por recuperar su vida anterior, pero es rechazado rotundamente por su esposa y los abogados de esta. Ella lloró su muerte y acabó aceptándola, rehízo su vida y encontró de nuevo la felicidad. Chabert explicó lo sucedido, enseñó la monstruosa cicatriz que le ocupaba el cráneo desde un ojo hasta la parte trasera de la cabeza y la lucha titánica que había padecido estos tres años mendigando para llegar a su casa. Pero es inútil, es evitado por su pasado, su mujer lo repudia y Chabert lo tiene que aceptar amargamente, es un vivo muerto y los muertos tienen que seguir muertos tras haber aceptado esta condición los vivos.

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