jueves, 26 de septiembre de 2013

VIDAS CRUZADAS


Laura salió de su casa con la resolución de quien acaba de alcanzar una meta, hoy era su primer día de trabajo en una floristería internacional con tiendas en todas las grandes ciudades del mundo, podrías vivir en Lisboa, ir a una de estas tiendas, seleccionar un maravilloso ramo de flores para enviárselo a tu novia que vivía temporalmente en Praga y en dos horas aparecían estas flores en sus manos. Maravilloso. 

A Laura le encantaban las flores, había estudiado biología y especializado en botánica y creía que en estas tiendas había algo extraordinario, podías hacer llegar la felicidad a personas de todo el mundo, con una varita mágica enviabas flores a cualquier sitio, pero también enviabas amor, alegría, cariño y entusiasmo. 

Esa mañana de su primer día entró a la tienda un hombre mayor de unos 70 años que quería enviar flores a su hija porque era su cumpleaños y estaba estudiando en Boston. No sabía que era lo más adecuado, era la primera vez que enviaba flores, Laura le ayudó a escoger un ramo de flores y le dijo que su hija se quedaría asombrada con su elección. El hombre se fue contento y Laura realizó las gestiones necesarias para hacer llegar las flores, envió un mail a la sede de Boston y las flores llegaron a su destino en un pequeño camión de reparto. 

La chica de Boston había quedado con su novio para hacer una cena íntima y celebrar el cumpleaños, eran una pareja feliz, vivían juntos desde hace dos años, ambos eran estudiantes. El timbre sonó y la chica abrió la puerta para recibir un fabuloso ramo de flores que la lleno de alegría, llevaba una tarjeta de felicitación de su padre al que llamó inmediatamente por teléfono.

Esa misma tarde el chico fue a buscar comida japonesa en su bici para la cena de celebración y de vuelta casi en la puerta de casa sintió que sonaba el móvil, intentó cogerlo del bolsillo sin pararse, el semáforo que tenía delante se puso rojo y el instante que tardó en sacar la mano del bolsillo para alcanzar la maneta del freno fue demasiado largo y con el rabillo del ojo vio venir un pequeño camión de una tienda flores que le envistió de lleno por la derecha. El chico fue arrasado por el camión, el golpe fue tremendo, el conductor del camión intentó auxiliarlo mientras el móvil de chico no paraba de sonar. El repartidor de flores lo cogió para ver quien llamaba, en la pantalla del móvil pudo leer: Laura (hermana), llamando.

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