martes, 29 de octubre de 2013

TOCADOS POR EL DEDO DEL CREADOR


Una de la vicisitudes para cimentar la existencia de los humanos, la forma ese pequeño grupo de personas que ciertamente parecen haber sido tocados por el dedo del creador, dotándolos de unas cualidades inalcanzables para el resto de los mortales. Esto, por descontado, no quiere decir que sean semidioses y todos sus pensamiento y acciones sean grandiosas, sino que en algún aspecto humano en concreto son maravillosamente ingeniosos. También hay que decir que las personas que tienen estas fabulosas cualidades en unos aspectos, para otros suelen ser realmente nefastos. En todos los campos existen personas extraordinarias, pintores, científicos, agricultores, escritores, cocineros, escultores, médicos, jardineros y una larga lista de personas capaces de crear, lo que podemos llamar "milagros". Se trata de poner la suficiente voluntad para empaparte de estas genialidades y así poder disfrutar y sentir de vez en cuando que el ser humano está hecho a imagen y semejanza del creador (eso dicen), intentando no caer en la banalidad de sentirse un inepto al admirar semejantes creaciones.

Aquí transcribo un texto de "Conversación en La Catedral", de Mario Vargas Llosa. El escritor narra una escena en la que un personaje del libro está comiendo, allá por el año 1959, en Perú:

"Masticaba empeñosamente el trozo de carne que había conquistado a puño limpio y los brazos y las manos le ardían y tenía rasguños violáceos en la piel oscura y la fogata donde había tostado su botín humeaba todavía. Estaba en cuclillas, en el rincón sombreado por la calamina, los ojos entrecerrados por la resolana o para disfrutar mejor el placer que nacía en sus mandíbulas y abarcaba la cuenca del paladar y la lengua y la garganta que los residuos de plumas adheridas a la carne chamuscada arañaban deliciosamente al pasar."

Y como diría el creador en persona: amén.

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