martes, 19 de noviembre de 2013

EL PORTÓN DE AUGUSTE


En el transcurso de un viaje al fin de la noche caminando sin rumbo fijo, guiados por una fuerza invisible que manejaba nuestras extremidades como si fuéramos marionetas, nuestros pasos fueron a detenerse delante de un tétrico portón negruzco, sucio y con relieves que representaban figuras irreconocibles ya desgastadas por el paso imperturbable del tiempo. Nos quedamos quietos, mirando del siniestro portón, nuestra voluntad involuntaria era permanecer delante de tan lúgubre entrada a Dios sabe donde, cual estatuas petrificadas. Un lejano campanario tocó las cinco de la mañana, la quietud nocturna era total, la ciudad parecía inhabitada e irrealmente silenciosa. La oscuridad de la noche emanaba del portón, nacía de esa endiablada puerta, la neblina apareció de repente y nos envolvió con sus fríos y húmedos brazos. Parecía imposible pero el portón estaba aumentando de tamaño, se fue haciendo más y más grande paulatinamente, cada segundo que pasaba crecía, hasta que alcanzó el tamaño del portón de una fabulosa catedral, una catedral negra y lujuriosa. Para entonces todo era negrura y oscuridad, cielo, aire, suelo, paredes, hasta nosotros estábamos desapareciendo engullidos por esa boca inmaterial, esa negrura voraz venida de las profundidades. El suelo, ahora borroso, se iba escorando lentamente, hasta el punto convertirse en una pendiente que iba ganando inclinación a cada instante, nos resbalamos, intentamos avanzar recelosamente hacia el portón para atravesarlo y no caer en un abismo sin fondo. Nos fuimos arrastrando hasta llegar a una gran puerta que se abrió en medio del draconiano portón, una tenue luz nos guió al interior y lo que vimos fue el mismísimo infierno.


Las puertas del infierno (La Porte de l'Enfer) o es un monumental grupo escultórico creado por el artista francés Auguste Rodin. Mide 6,35 metros de alto, 4 de ancho y 1 de profundidad. Contiene 180 figuras cuyas dimensiones fluctúan entre los 15 centímetros y más de un 1 metro, asimilando una forma que crea una sensación para algunos horrenda y para otros excitante, dado algunos mensajes subliminales ocultos en la obra. Las Puertas del Infierno son, en definitiva, una reflexión sobre la condición humana, con sus luces y sombras. Se distinguen toques de romanticismo y simbolismo en la temática de la obra y un enfoque más realista teniendo en cuenta los efectos de la luz (y por la afinidad artística y personal del autor). Algunas de las numerosas figuras fueron más tarde reproducidas por Rodin de forma independiente, como es el caso de su famosa escultura El pensador (ubicado en el dintel de la puerta), así como Las tres sombras (que aparecen en la parte más superior). La figura El beso y los laterales son partes de estas puertas que también hay que destacar.

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