sábado, 28 de diciembre de 2013

ENTRE RISAS Y CODORNICES

Estos días fríos y entrañables que estoy pasando en Madrid, antaño conocida como "la ciudad de los gatos", en compañía de mi centenaria abuela y sus historias de otra época, historias de ahora y de siempre con los mismos sueños por cumplir y las mismas ganas de libertad; son días que van pasando entre risas y codornices, esto es, entre Neruda y Delibes que fueron a caer en mis manos de la estantería del piso de mis padres, él un excazador a la vieja usanza como el vallisoletano y ella una soñadora como el chileno. Los días pasan entre risas y amores de versos de Neruda: Quítame el pan, si quieres / quítame el aire, pero / no me quites tu risa... y también pasan entre las magníficas narraciones mundanas de Delibes sobre las delicias de la codorniz, allá por los años 40, cuando Delibes pateaba las laderas castellanas empapado en sudor por el esfuerzo de varias horas tras la presa y la cartilla de racionamiento era tan irrisoria que cazar un animal era una necesidad y una alegría, diferente a nuestra alegría de estos días, pero alegría al fin y al cabo, la misma que siempre ha buscado el hombre.

Alegres fiestas a todos.


martes, 17 de diciembre de 2013

EN NOMBRE DE LA RAZÓN


En algún lugar cercano, de cuyo nombre no puedo acordarme, Camus escribió que si existiera un partido de quienes están seguros de no tener razón, ese sería el suyo. Esta reflexión de incuestionable rebeldía le caló hondo, pero no dejó que estas razones le llevaran a la revolución.

El rebelde va en busca de una unidad que resuelva la confusión, el caos y lo singular en él es que continua la búsqueda, porque la rebeldía es un punto de partida, no el final de la historia. En las revoluciones planificadas, por el contrario, la búsqueda de unidad cede ante la universalidad y el conjunto. Pero, Camus avisa: "no hay unidad que no suponga una mutilación". La libertad está en el origen de toda revolución, es un elemento básico de la justicia, hasta que llega un momento en que ese ideal de justicia, que la revolución percibe erróneamente con tanta claridad, exige la supresión de las libertades. 

Cuando la meta de la revolución está clara, la fuerza de la ley se banaliza y desaparece, una licencia peligrosa esa de hacer callar la ley. Donde se pretende que reine la justicia absoluta por medio de una revolución, la ley enmudece, pues "la justicia absoluta niega la libertad".

Para explicar este principio, Camus le dio la vuelta a la teoría según la cual lo importante es el fin último que guía la revolución, mientras los medios son simples instrumentos para alcanzar ese glorioso fin. Para Camus: "un fin que necesita medios injustos no es un fin justo", son los medios los que modelan el fin y nos dicen como entenderlo y pueden legitimarlo.

Si las revoluciones fueran realistas no desestimarían algo tan incierto como el arte pues "tratan de construir lo que Cervantes, Shakespeare, Molière, Tolstói crearon: un mundo dispuesto a saciar el apetito de libertad que está en el corazón de cada hombre". Puesto que no hay universalidad ya que siempre habrá revoluciones, puesto que todo es incierto, desconfiemos de quienes pretenden tener razón y hablar en nombre de la verdad.

martes, 10 de diciembre de 2013

MIEDO A LAS PALABRAS


Han pasado apenas diez años desde que un conocido dejó de trabajar en un sanatorio, que en tiempos pasados se conocía más como manicomio y en la actualidad la palabra más utilizada sería residencia. Daban miedo las palabras, y para eludirlo se buscaban otras, pero enseguida el miedo volvió a impregnarse en ellas, y había que abandonarlas otra vez, sustituyéndolas por otras, por palabras no usadas con las que pudieran comerciar más fácilmente la cobardía, el embuste, la amenaza o el disimulo.

En el País Vasco, personas muy respetables y dignas se referían a las sangrientas matanzas de los asesinos como la lucha armada, y al terrorismo, abstractamente, violencia, y un disparo a bocajarro que acababa con la vida de alguien era una acción.

En en presente más rabioso sucede lo mismo con la reforma de empleo que ha servido sobretodo para hundir todavía más los pequeños triunfos laborales que había conseguido la clase proletaria, que es la inmensa mayoría de la sociedad y la que debería tener el poder de decisión, ¿el poder no emana del pueblo?. Digo triunfos con obligada exageración, porque trabajar cuarenta horas semanales (el que menos) o hasta los 65 años (esto ya ha pasado a la historía), no creo que sea un triunfo, pero las cámara de empresarios con su presidente a la cabeza (ahora tan presentes, antes tan ocultos) nos hace creer, junto con el aparato del estado, que eso son privilegios dignos de reyes y princesas. No decir deterioro, hundimiento, humillación y decir ajustar, modernizar, adecuar. Es lo que que hay y lo diré con las palabras adecuadas, sin miedo, son unos cobardes, mentirosos y opresores, que no tienen claro que el feudalismo ya pasó, ¿o no?

martes, 3 de diciembre de 2013

LEALES Y TRAIDORES


Siempre buscando traidores y apóstatas, siempre los mismos con ganas de expulsar y de desterrar, de significar que los suyos son los buenos y el resto son infieles, ingratos, conspiradores y renegados.

Cuanto Stalin y Ho Chi Minh, cuanto absolutista en busca de herejes, cuanto imbécil déspota con la misma afición fanática que siempre ha tenido la iglesia de dividir el mundo entre leales y traidores, "o estas conmigo o contra mi", este es su único mandamiento.

Cuanto perseguido por negarse en su libre albedrío a no secundar los dogmas dictados por las voces mandatarias que siempre son imperativas, o te subyugas o eres un ácrata traidor por no ser esclavo de su sistema, por opinar, pensar y elegir diferente. Estos tiranos totalitarios piensan únicamente así: los que son leales a su causa, ven traidores a los que no lo son y exactamente al contrario.

Cuanta falta de entendimiento, de humildad y de sociabilidad. Cuanta falta de altruismo, de sensibilidad y de solidaridad. Cuanta falta de empatía, de unión y de fraternidad. Cuanta falta de bondad, de amor y de humanidad. Calderón de la Barca hizo esta reflexión: "Siempre el traidor es el vencido y el leal es el que vence".