martes, 14 de enero de 2014

EL FALSO ENAMORAMIENTO


La docilidad con que los humanos convierten sus intereses en sentimientos que esconden un egoísmo manifiesto y hasta cierto autoengaño fabulado, lleva a pensar que algunos hombres y (ahora quizás me confunda o me incline mayoritariamente hacia ellas por su supuesta debilidad) muchas mujeres se enamoran, mejor dicho creen enamorarse, por intereses absolutamente personales que en muchos casos son pura avaricia.

Los criterios que se marcan sin vacilación para encontrar una persona que sea aceptada como posible pareja, hacen que el propio hecho de tenerlos sea un handicap pernicioso para descubrir el verdadero amor. Esos principios clasistas arraigados en personas con un perfil conservador, tales como la diferencia económica o de clase social o de nivel cultural o las tres a la vez, son la base de las pautas a seguir en un método en el que prevalecen los intereses por encima de los sentimientos y una vez que se han cumplido esos intereses, florece una sensación adulterada y simulada que se empeñan en llamar hipócritamente enamoramiento.

Los que se afanan por seguir manteniendo las diferencias sociales y en el fondo abogan por una reparto de la riqueza desequilibrado, los que dividen entre "los que tienen dinero" y "los que apenas tienen dinero" y además amparan esta división porque para ellos "sin pobres nunca habrá ricos", los que no quieren un pueblo cada vez más culto y formado con una educación pública igual para todos los ciudadanos, los que no quieren consentir que el hijo o la hija de un humilde hortelano o de un alfarero sea el representante del pueblo; todos esos, son los que jamás sabrán lo que es enamorarse.

Los Nikis en una de sus canciones ya cantaron un aforismo popular muy acertado para definir esta tortuosa relación entre intereses y sentimientos: "por el interés, te quiero, Andrés", y a continuación podría añadir uno de los seudónimos de Mariano José de Larra, Andrés Niporesas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario