martes, 20 de mayo de 2014

EL ESTADO PRIMITIVO DEL PODER


Decía Francisco Ayala que "el poder ejercido por el hombre sobre su prójimo es siempre una usurpación, toda dominación del hombre por el hombre conduce a integraciones sociales en formas de equilibrio inestable, precisamente por la disputa de la dominación". Se entiende el poder como dominio, imperio, facultad y jurisdicción que tiene alguien para mandar o ejecutar algo. Foucault afirmaba que el poder es "lo que la clase en el poder abandona menos fácilmente y tiende a recuperar antes que nada". 

Aclaremos que hay diferente poderes: el ejecutivo (se refiere al que gobierna un Estado), el fáctico (ejercido por la sociedad, bancos, prensa...), el judicial (administración de justicia), el legislativo (encargado de promulgar la leyes) y por último hay un poder que es el más codiciado, el absoluto, que es el poder ejemplificado por el despotismo y se caracteriza por tratarse de una autoridad no regida o limitada por las leyes. Esto nos lleva una pregunta: ¿Qué fundamentos de justicia o de razón tiene el que unos seres humanos posean poder sobre otros? 

Para Nietzsche "el poder no tiene nada que ver con el placer, se trata de una voluntad íntima e inferior; sin embargo la falta de placer refuerza la voluntad de poderío porque se quieren vencer los obstáculos que impiden el placer". Parece un autoengaño de nuestra propia voluntad para hacernos creer que alcanzando el poder obtendremos un gran placer. Si asignamos una connotación amplia a las palabras poder y placer, este análisis estaría muy relacionado a la definición de lo que es la religión y la política. Actualmente al político o al gobernante se le asocia como remedio a los problemas y males, igual que a la religión en siglos pasados, y sus representantes así lo han asimilado. 

Sostiene Ayala que la única finalidad de la política es el dominio. El poder es una usurpación no porque existan mandatarios y gobernados, sino porque se impone un ethos particular de unos cuantos sobre los demás, porque los gobernantes no tienen demasiada idea de cómo son aquellos a quienes mandan, por eso responden solo a las necesidades de su propia clase, la clase más pudiente, olvidando su trabajo de responsabilidad para la mayoría. Continua afirmando que los medios sociales que propician el éxito están sometidos a una autoridad (poder) que no es equitativa, dichos medios están desigualmente repartidos porque pasar de una clase a otra que no es aquella en la que se ha nacido, es una lucha titánica.

Ayala afirma que las clases ya no luchan en realidad, el proletariado ha perdido sus estructuras y se rinden a la ideología burguesa o al Estado providencial y se limita a obedecer ciegamente, convertidos en masa no tienen medios para enfrentarse a la formación intelectual de los burgueses, que lo han cultivado durante generaciones y tiene los medios financieros para sostenerlo. Los proletarios carecen de iniciativa, de interés espiritual que sustente la dignidad, regido por el hambre, las emociones y el trabajo manual que pueda desempeñar, por eso su única salida en ceñirse a la organización social que le marque su nación, regresando así a un estado de primitivismo. 

Tengo un sueño, quizás sea el momento de comenzar el cambio, de movilizarnos para intentar mejorar y hallar una sociedad más equitativa para todos sus miembros. Es el momento de promover una sociedad en la que los políticos y los burgueses tengan menos poder de decisión y su actuación se limite a ejecutar lo decidido por el global de la sociedad, y así, el poder esté en manos del pueblo con una fluida presencia en las decisiones que afecten a la sociedad. Para comenzar a caminar hacia esta sociedad un factor decisivo es una gran apuesta por mejorar notablemente la educación y la cultura global de todos los miembros de esta sociedad para sentar unas bases culturales que serán las que hagan una sociedad más evolucionada y menos primitiva. Desgraciadamente hoy en día sucede todo lo contrario, pero mi sueño sigue en pie, tal vez en un futuro no muy lejano…

No hay comentarios:

Publicar un comentario