martes, 23 de septiembre de 2014

NO DOGS, NO LADIES


Las tradiciones conservadoras atrofian el Reino Unido. La semana pasada una luz brilló en el horizonte y abrió una pequeña brecha de esperanza. En 1754 se crearon los estatutos del Sanctum sanctorum de los clubs de golf, el campo escocés de Saint Andrews, una pijada para la mayoría de los mortales, pero esto es lo de menos, simplemente es un dato situacional. En la entrada del anquilosado club ha permanecido gloriosamente colgada una placa durante 260 años con la siguiente inscripción escalofriante: no dogs, no ladies (prohibido perros y mujeres). La inscripción "tiene bemoles" o mejor dicho "tiene cojones", por la evidencia genital que lucen los autores de tan inoportuna frase. De esta arcaica y bárbara alocución se desprenden varios propósitos: los animales y las mujeres son despreciados por igual, se miden por el mismo rasero o tal vez no, para despreciar aun más a la mujer, el perro va delante en la inscripción como si tuviera cierta primacía sobre la mujer, sabido es que a los ingleses les apasionan los perros al parecer más que la mujeres. También se desprende de esta perorata un machismo irrespirable recubierto de casi tres siglos de polvo conservador, el mismo polvo que tapiza el Reino Unido.

De los 2400 socios (todos de sexo masculino que no heterosexuales, quizás justo lo contrario, de ahí la placa) el 85% votó a favor de admitir mujeres en sus salones. ¡Qué proeza!, congratulacions, luego cualquiera critica la sumisión y desprecio con que tratan algunas religiones a la mujer si en el corazón del Reino Unido, el país más democrático del mundo (eso dicen ellos), todavía nos andamos con estos cuentos de terror que ni el mismísimo Poe. Y es que el clasicismo y el clasismo conservador están de moda. El que es rey quiere mantener su reinado y que mejor manera de hacerlo que siendo conservador, evitando que las normas, las leyes y las políticas cambien para que todo siga igual. Por otro lado el que no es rey y ve perspectivas de llegar a serlo desea lo contrario, que las cosas cambien para que él pueda ser rey de su nuevo reino. Pero claro, una vez se proclama nuevo rey ya no quiere más cambios, quiere conservar lo que tiene y vuelve el inmovilismo para conservar su nuevo reinado gobernado por él. Es la historia del hombre, la codicia y la obsesión por el poder no tiene límites, pero esto es otra historia.

La placa ya no está. La mujeres ya pueden entrar en Saint Andrews.  Pero esas palabras están grabadas en la memoria de muchas mujeres que chocaron contra ella cuando pretendían entrar en la casa club de Saint Andrews. Fases como: “ni siquiera dejaban pasar a nuestras esposas”, "tengo una entrevista que hacer y no he podido entrar˝, "he llegado y el guardia me ha señalado la placa sin decir nada y no me ha dejado pasar", "iba con mi marido, esta lloviendo y a mí no me han permitido el paso. Me he tenido que quedar fuera mojándome˝, eran habituales.

El cerrojo ante las mujeres ha tardado mucho en abrirse, y no es el único que sigue oxidado. Otros tres campos del Reino Unido (Muirfield y Royal Troon en Escocia, y Royal St. George en Inglaterra) solo admiten a socios hombres. En Estados Unidos también existe algunos clubs con la misma norma. Parece mentira que en el siglo XXI esto sea noticia. 
"La intuición de una mujer es más precisa que la certeza de un hombre", Rudyard Kipling.


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