martes, 11 de noviembre de 2014

CARTERISTAS DE PRIMERA


Asistimos en los últimos tiempos a una proliferación exagerada de Quijotes que exasperan al personal sobremanera. Los hay a decenas, diría más, a centenas, salen como setas. Ni las aspas de los molinos son capaces de tumbarlos cuando el viento arrecia. Estos Quijotes, tan avispados como mediocres, les pasa que entran como Don Quijote y salen como Sancho Panza en otro capítulo del libro: manteados.

Aunque la historia en repetidas ocasiones nos cuenta lo contrario y deja al descubierto los entresijos y las vísceras renales de los supuestos colonizadores sociales, no hay nada más hipócrita, uno de los deseos que le pediré a los Reyes Magos estas próximas navidades será ese precisamente: que haya manteo.

Aborrezco de ante mano al representante que aparece en público como salvador y mesías, es inevitable desconfiar, la historia está repleta de Quijotes que acabaron manteados. Sospecho del que en su atril rodeado de sus vasallos acusa a otros de mentir y robar, de la misma manera que temo al que protegido por sus cortesanos, niega y reniega haber estafado y con la misma convicción que afirma, desmiente. Tan improbable es la certeza de sus palabras como que Dulcinea se case con Sancho Panza.

Cada día (quizá llegue un momento que sea cada hora) aparece un nuevo estafador (cometer alguno de los delitos que se caracterizan por el lucro como fin y el engaño o abuso de confianza como medio), que también es chantajista (presión que, mediante amenazas, se ejerce sobre alguien para obligarle a obrar en determinado sentido) y sobretodo carterista. Carterista porque nos roban a nosotros metiendo la mano en nuestro bolsillo con descaro y premeditación, y lo más flagrante y duro de aceptar, lo desmienten siempre, son capaces de salir en público con una sinvergonzonería sin límites a negarlo todo hasta que salen a la luz pruebas evidentes y entonces, callan como putas. Eso sí, como carteristas de primera que son, sus bolsillos ya están llenos y eso no lo cambia ni Dios bendito que venga.

Con el permiso de Cervantes, estoy hastiado de ver Quijotes tan barriobajeros trajeados para la ocasión mintiendo como bellacos, intentando convencer con sus necias y fingidas palabras. Se afanan en crear un discurso, su discurso, que por supuesto es el único y verdadero, pero su única intención es continuar con su profesión, la de carterista, con todas las garantías democráticas que les confiere el apoyo del pueblo. Lo siento Quijotes de pacotilla, pero sois todos iguales, del primero al último, aunque os empeñéis en fingir lo contrario, por eso, no contéis conmigo.



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