martes, 23 de diciembre de 2014

LA NAVIDAD ES UN CUENTO


Desde que Dickens intentó hacernos creer en su novela Canción de Navidad que por Navidad los "malos" se vuelven "buenos", temo todavía más a los "malos". Lo siento, pero la realidad siempre supera con creces la ficción y hasta que no vea un fantasma como le sucede al avaro Scrooge de Dickens no cambiaré mi posición al respecto, de hecho es más factible pensar que en Navidad los "malos" aprovechan la maniobra de distracción que le ponemos en bandeja de plata para incrementar sus fechorías de manera exponencial porque el personal está sumergido en la vorágine navideña de regalos, cenas y luces deslumbrantes que nos inunda estas fechas tan entrañables (¿?). Por si queda alguna duda, me refiero a los "malos" que ocupan cargos destacados en el gobierno o en grandes empresas que al final tienen en su consejo de administración a los mismos que ocuparon anteriormente los cargos en el gobierno. Me refiero a esos alcaldes, gobernantes y concejales de autonomías que tan ruinmente negocian bajo cuerda con empresarios sin escrúpulos para saquear las arcas comunes. Me refiero a los grandes economistas que forman parte de las cúpulas de los bancos (o mejor "bancacos"), que se auto-aumentan su salario de manera desorbitada aún a sabiendas que el banco está en quiebra. Todos estos simpáticos Scrooges están ansiosos porque llegue la Navidad, es momento de regalos y que mejor que hacerse uno mismo un buen regalo, vas a tiro hecho.

La Navidad es para los "malos" una época deseada, pero también lo es para los niños, y en este caso sí es un sentimiento real de pureza humana. Parece mentira, esos "malos" también fueron niños y alguna vez soñaron con fuerza que los Reyes Magos cumplirían sus deseos y llenarían sus casas de regalos e ilusión. Lo que ha cambiado el cuento. 

Los que ya no somos niños ni pertenecemos a ese grupo de "malos" tenemos que enfrentarnos a esta época con la misma valentía o locura (no se que adjetivo es más adecuado) de un domador de leones para poder aguantar el tirón. Tenemos esa edad en la que tus padres están mayores o han dejado ya este mundo, repasas el listado de algunos de tus conocidos que han fallecido, de los sueños que no se han cumplido y cada vez están mas lejos, de las creencias derrumbadas, de las ilusiones borradas. De lo que has vivido y de lo que ya no vivirás. Empiezas a asumir que el tiempo que te queda es menor que el tiempo ya pasado. 

Cualquier día de estos te encuentras de repente una mañana observando como tu hijo  abre un regalo con enorme ilusión rompiendo el mil pedazos el papel navideño que lo envuelve. Miras atónito su ojos llenos de vida y alegría. Los Reyes Magos han traído la felicidad a casa, es un momento mágico. Durante unos instantes te vuelves un niño y recuerdas a tu padre sonriendo con la misma cara de tonto que tú pones ahora pero hace cuarenta o cincuenta años, a tu madre diciendo que hay que portarse bien para que vengan los Reyes Magos…, la cabalgata de Reyes, las campanadas de fin de año. El tiempo pasa y la Navidad se ha convertido en un cuento, un cuento fabuloso como el de Dickens, y te das cuenta que ya no eres un niño, ahora eres el padre. En este cuento solo nos queda brindar un año más en compañía de los nuestros. Qué más se puede pedir.

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