martes, 2 de diciembre de 2014

LACAYOS Y TIRANOS


Los hechos cambian pero la historia siempre se repite. La aparente atracción humana hacia el servilismo viene de antaño. Los reyes doblegaban al pueblo que juraba vasallaje a su señor, pero a su vez los amos servían a un dios o a varios dioses como sucedía en la vetusta Roma o en otras antiguas civilizaciones. Esa estructura piramidal paniaguada se ha prolongado a lo largo de los siglos. Con la llegada de la revolución industrial el modus vivendi cambió (¿de verdad?) y a pesar de todo lo vivido por la humanidad a lo largo de la historia, hoy en día, en nuestra sociedad democrática (predominio del pueblo en el gobierno político de un estado) y capitalista (régimen económico fundado en el predominio del capital como elemento de producción y creador de riqueza) continuamos comportándonos como pajes, escuderos o directamente como lacayos. Se valorizan más las cosas, lo material, y esto conlleva una evidente desvalorización de lo humano.

Aquel servilismo ancestral se ha transformado en algo "guay", estar sometido "mola" y lo curioso es que no somos capaces de ver ese sometimiento, como tampoco lo veían los lacayos de Felipe II, para ellos era normal, incluso "guay", servir a "su majestad". Nos hemos convertido en esclavos de nuestro propio sistema de vida, unos se encuentran tiranizados por el consumismo (hermano del capitalismo), otros se ven arrastrados por una determinada imagen social, otros promulgan todo lo contrario, se creen libres, pero para estar en ese lugar distinto (ellos así lo piensan) también se encuentran subyugados y acotados, y otros están dando bandazos constantemente hacia cualquiera de estos estados. La realidad es que no somos libres, la libertad es un concepto utópico. La libertad es no ser esclavo de nada, de ninguna necesidad, de ninguna circunstancia, y como humanos eso es imposible.

Vivimos en un patriarcado etéreo tan to-ca-co-jo-nes como lo ha sido a lo largo de la historia de la humanidad. ¿Acaso alguien se cree más inteligente qué nuestros antepasados?, ¿somos tan ineptos para afirmar qué desde el punto de vista humano hemos alcanzado una sabiduría y experiencia que nos permita relegar a Cervantes, Aristóteles o Baudelaire a simples charlatanes?, ciertamente, no. 

Una muestra evidente de la tontuna y la sumisión en la que vivimos sumergidos, es la boda que celebró recientemente Solange Knowles (cantante, modelo, compositora y trescientas quince cosas más) con Alan Ferguson (barbudo director de vídeos musicales y amante de los muñecos de nieve) en Nueva Orleans. Ambos se pasearon con esa guisa por varias calles de la ciudad hasta que llegaron a la iglesia para casarse. Supongo que aparcaron las bicicletas en la puerta, se ajustaron la entrepierna y entraron al sagrado lugar para darse el "yes, I do", seguido de un beso con un poco de lengua, solo un poco, lo justo para no parecer convencionales (ellos son super-fashion) y no molestar al santo padre que celebró el dichoso enlace. Tal vez, la noche nupcial no diera para mucho, no había cámaras ni medios de comunicación dentro de la habitación que reflejaran lo "guays" que eran los recién casados y eso desmerece mucho, tanto que seguramente los andrógenos del barbudo con complejo de yeti y los estrógenos de la diva "multiartistamolona", acabaron reprimidos por su servidumbre inconsciente.

"Nadie es más esclavo que el que se tiene por libre sin serlo", Goethe. 


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