martes, 13 de enero de 2015

NI JUSTICIA DIVINA, NI ESPADA DE DAMOCLES


Si alguien piensa que el tiempo será el justiciero que caerá sobre aquel que roba y abusa utilizando su posición para tales fines, ese alguien se confunde de pleno. Ese carterista que nos roba el monedero limpiamente, tan bien lo hace que no nos enteramos, vive sentado en el sillón de cuero de un enorme despacho donde recibe a sus compinches y planea como amasar fortuna, además como no podía ser de otra manera debido a su enorme vanidad, lo hace sin mucho disimulo. En ese despacho parece que nunca se trabaja para el fin verdadero que fue creado, o quizá sí, depende cual sea el fin, ese despacho es como una especie de tapadera de una tapadera. Él, vestido con su traje Emilio Tucci última temporada, también pagado por el erario público, tiene una mente mesiánica, se cree a pies puntillas que él y los que son como él tienen el derecho y el deber de dominar al pueblo y llevarlo por el camino que ellos consideren, porque el pueblo aborregado es ignorante, según ellos, y una masa inculta es fácil de manejar. Por eso no pueden soportar que el pueblo tenga la cultura y educación necesarias que les capacite para pensar, organizar, crear y decidir que esos caciques de antaño no sigan al frente de esta sociedad abultando sus bolsillos y despreciando a todo aquel que no se alinee a su doctrina. 

No se puede esperar que la justicia divina actúe y sea la que al final ponga y quite, eso jamás sucederá, la justicia divina no existe, solo es un axioma, una idea relacionada con la religión inculcada a través de los siglos. Quizá, antiguamente era una manera de controlar al pueblo, el miedo al infierno, la justicia divina…, el poder de la iglesia ya no es lo que era aunque todavía tiene sus leales secuaces que quieren seguir viviendo del cuento. La justicia divina de hoy es la justicia terrenal, la ley de aquí y ahora. Ese miedo al castigo divino se ha transformado en el miedo a ir al "trullo" y pasarte el resto de tus días encerrado entre cuatro paredes mientras te dan por culo (literalmente) dependiendo del servilismo y tus contactos en ese submundo. Ahí es donde deberían terminar esos carteristas vestidos de Tucci, pero claro, la lengua del demonio llega a muchos oídos y el ser humano es como es, los pecados siempre son dulces. Los muy fariseos saben que hilos mover para marcharse de rositas gracias a los favores que les deben y los que han hecho, unos ejecutados para llegar a su cargo y otros concedidos gracias a poder que le otorga ese mismo cargo una vez asentado en la poltrona, y así vivir tranquilamente forrados de pasta conseguida después de delinquir reiteradamente durante muchos años amparados en su sistema interno al más puro estilo del hampa.

La espada de Damocles tampoco caerá sobre aquellos que ostentan un gran poder, es otra fábula como la justicia divina. Cuenta la historia que Damocles fue al parecer un cortesano excesivamente adulador en la corte de Dionisio I, un tirano de Siracusa, Sicilia, en el siglo IV a.C. Propagó que Dionisio era realmente afortunado al disponer de tan gran poder y riqueza. Dionisio, deseoso de dar una lección al adulador, se ofreció a intercambiarse con él por un día, de forma que pudiera disfrutar de primera mano su suerte. Esa misma tarde se celebró un opíparo banquete donde Damocles gozó siendo servido como un rey. Solo al final de la comida miró hacia arriba y reparó en la afilada espada que colgaba atada por un único pelo de crin de caballo directamente sobre su cabeza. Inmediatamente se le quitaron las ganas de los apetitosos manjares que le sirvieron y las hermosas mujeres que había pedido, y pidió al tirano abandonar su puesto, diciendo que ya no quería seguir siendo tan afortunado.

Ciertamente, reconozco que tienen el tinglado muy bien montado. Al principio de los tiempos era el tirano, el rey de turno junto con la justicia divina, la iglesia, los que gobernaban y dominaban al pueblo. Por supuesto ese sistema de dominio les proporcionaba toda clase de favores y riquezas, ellos hacían y deshacían a su antojo. Hoy en día parece que todo sigue igual, pero solo parece. Las bases de una sociedad democrática, el cumplimiento de las leyes y la ecuanimidad en la implantación de un sistema educativo y sanitario públicos de calidad están haciendo posible el milagro de la evolución social. Algunos se empeñan mediante recortes sociales en mantener la justicia divina o la espada de Damocles como axiomas de nuestra sociedad, pero ahora que comienza un año electoral, de nosotros depende que eso no sea así.

No hay comentarios:

Publicar un comentario