martes, 24 de febrero de 2015

LO DICHO ES REAL


Conocemos los que oímos o leemos o vemos, es necesario hacerlo presente, mostarlo, hablarlo, para que exista. Cualquier descubrimiento, cualquier inquietud, cualquier fatalidad, si no sale a la luz, no existe. La prueba más evidente es un asesinato, si no hay cadáver, no hay asesinato. Podemos "creer" que fue esta o aquella persona la culpable, pero sin cadáver, el asesinato no existe, a no ser que el propio asesino confiese (lo hable para que salga a la luz) y testifique dónde y cómo sucedió el fatal acontecimiento.

Algo parecido, o mejor dicho, idéntico, sucede con cualquier fraude, malversación, fechoría o delito en general. Uno puede cometerlo, solo o en compañía (según que compañía, mejor solo), y si te callas, o se callan, ese delito jamás habrá sucedido. Parece fácil, ¿verdad?, esto será lo que piensen los tesoreros, banqueros, políticos y demás jalifas que merodean por nuestras tierras. A todos ellos les recomiendo tener en cuenta: en grupo el asunto se vuelve más peligroso, lo primero porque entre ellos ya se habla del delito, por lo tanto sale a la luz y existe (esto es lo primordial, dotarlo de vida), aunque sea en un grupo reducido, pero existe; y lo segundo es que alguno, más blando de espíritu que otros, se vaya de la lengua y acabe enmerdando a todos, ya sea por un despiste, quizás unas copas de más o una bravuconearía infantil para hacerse el machito, o por una aprensión creciente en el alma al sentirse culpable y terminar cantando como un ruiseñor. Pecar es dulce y la carne humana muy débil.

Es inevitable, hoy en día las fechorías se hacen en grupo, y cada vez grupos más grandes. Como decía, es inevitable que la cosa se acabe filtrando y saliendo a la luz. Cuanto más grande el grupo, más facilidad para la filtración. A veces, la mala suerte juega una pasada, y en un grupo reducido hay uno que es un papanatas y se le escapa, a la mañana siguiente en el bar que suele desayunar para que lo escuche todo Dios, la bravuconearía a las primeras de cambio. Mala suerte, si son tres y uno es un mentecato, es que algo falla y el trullo será su destino en breve. Pero otras veces son muchos los delincuentes, son como un grupo organizado al más puro estilo mafioso, ni el mismísimo Toni Soprano les haría sombra, solo que de cara al público parecen, o quieren hacernos creer, que son gente honrada y dedican su vida por el bien común y la mejora social de los demás a cambio de un salario decente, pero tampoco muy abultado (hay que conservar las apariencias hasta en eso). Estos grandes grupos malhechores están instalados en sociedad al amparo de la ley, incluso en el poder y en cuantiosas ocasiones se hace la vista gorda ante sus múltiples y evidentes vulneraciones constitucionales. Todos tenemos algún referente al respecto, ¿verdad?. Como no podía ser de otra forma, en estos grandes grupos, yo diría "sindicatos del delito" siendo más explícito, se acaban filtrando sus hazañas delictivas y algunos, muy pocos, terminan pagándolo para consuelo de los más necios y para apaciguar a las bestias, que en este caso es el pueblo conocedor de sus delitos. Cuando la verdad (ya sea buena o mala, en general mala) sale a la luz, es cuando existe, se habla de ella y forma parte de todos, la única solución que les queda a estos "sindicatos del crimen" es crear otra verdad que en realidad es falsa, pero esto no importa, puesto que la verdad, solo hay que decirla, hablarla para que exista. Su solución cuando se airean su delitos es decir una mentira, que automáticamente, por el hecho de decirla, existe y se convierte en verdad, o al menos su verdad y la de sus afines, que en algunos casos son muchos. En estos casos, que suelen ser la mayoría, solo queda la capacidad de entendimiento y análisis de cada uno para comprender que el ser humano es como es, y pesar de lo que dice, sus acciones suelen ser contrarias a lo que predica.

Evitar la verdad consiste en evitar que exista y para conseguirlo no hay nada mejor que silenciarla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario