martes, 5 de mayo de 2015

MOLLY MAGUIRES

La lucha de las clases obreras por mejorar sus condiciones laborales y sociales, en definitiva prosperar, viene de lejos. Tal vez uno de los ejemplos más evidentes de esta lucha tuvo lugar durante la segunda mitad del siglo XIX, cuando todavía la industria petrolífera estaba en pañales y una de las materias primas esenciales para los pujantes Estados Unidos era el carbón. La minas más importantes del país se encontraban en Pennsylvania y los mineros que en ellas trabajaban lo hacían en unas durísimas condiciones, tanto humanas como laborales, la explotación y el abuso era evidente. Los mineros realizaban interminables jornadas de trabajo bajo tierra, operando con dinamita, por el miserable salario de 50 centavos al día. Recibían malos tratos continuos y despidos por el solo hecho de protestar. 

En esa época, el tejido social obrero del sector de la minería estaba conformado en su mayoría por emigrantes, sobre todo irlandeses en busca del Nuevo Mundo. Muy pronto la afinidad de procedencia y de intereses de los mineros irlandeses de Pennsylvania les llevaron a asociarse para tener más peso a la hora de negociar mejoras de las precarias condiciones laborales y económicas que padecían. Como ello no fue posible por la vía del diálogo, y siguiendo una larga tradición de sociedades secretas existentes en el ámbito rural irlandés, formaron una de estas sociedades llamada Molly Maguires. Con el tiempo, en vista de los nulos progresos en defensa de sus reivindicaciones laborales, las acciones de este grupo contra los patronos que les explotaban se fueron haciendo más radicales. Una huelga general en defensa de una mejora para los trabajadores causó más de un centenar de muertos y los métodos para reprimirla provocaron infinidad de ajusticiamientos de los cabecillas rebeldes, que eran colgados en postes de telégrafo, junto a la incipiente vía férrea, para amedrentar al resto de trabajadores.

Según los miembros de la organización, se trataba de una hermandad formada para recordar sus orígenes irlandeses y defender los intereses comunes de sus miembros, tanto en lo personal como en lo laboral. Para los empresarios que regentaban las instalaciones mineras del Estado se trataba de una asociación de delincuentes que utilizaban cualquier método desde la extorsión hasta el chantaje, e incluso el asesinato, para defender a sus miembros. El caso es que las Molly Maguires se convirtieron en una pesadilla para los dueños de las minas del Estado. Estos trataron de combatirlos con métodos que a veces rozaban o sobrepasaban la legalidad, pero se trataba de hombres duros y fuertes que no rehuían el combate.

La dirección de las compañías mineras se movilizó y contrató a la prestigiosa Agencia de Detectives Pinkerton para que localizara a los cabecillas de la secta secreta, descubriera a los culpables de los sabotajes y los detuviera. Este objetivo se llevó a cabo infiltrando a detectives entre los mineros. Sólo uno de ellos consiguió sus propósitos. El detective James McPharley (James McKenna, fue su nombre de infiltrado) llegó a introducirse en las altas esferas de mando de los Mollie Maguires y desenmascaró a 12 de sus miembros, todos altos cargos de la secta. Fueron condenados al patíbulo para dar ejemplo.

Durante muchos años, la opinión predominante sobre esta sociedad secreta fue que se trataba de una organización criminal con tintes mafiosos. El primer libro escrito al respecto The Molly Maguires and the detectives era obra del propio Allan Pinkerton, por lo que no se podía esperar mucha objetividad al respecto. Hubo que esperar hasta la década de 1930 para que J.Walter Coleman, en su libro The Molly Maguire Riots reivindicara la faceta de organización sindical de la hermandad, comparándola con otros sindicatos en otros sectores de EE.UU. y analizando también la vertiente contraria de la cuestión (la explotación laboral a la que eran sometidos los trabajadores de las minas). Otro libro que analiza la complicada situación que tuvo lugar en Pennsylvania en las década de 1860 y 1870, Making sense of the Molly Maguires, de Kevin Kenny. El valle del terror una de las novelas  protagonizadas por el celebérrimo detective ideado por Conan Doyle, Sherlock Holmes, desarrolla parte de su acción en una mina en Estados Unidos y está basada en las Molly Maguires. En el cine, la interesante película Molly Maguires, protagonizada por unos excelentes Sean Connery y Richard Harris, narra de manera dura pero convincente la historia de la hermandad y ahonda en el dilema que debió suponer para McKenna traicionar a los que habían sido sus compañeros durante años.


En la actualidad, desde que ha comenzado la crisis en España ha aumento la brecha salarial entre ricos y pobres, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Durante estos años de dificultades económicas, los grandes salarios han subido un 24%, mientras que los más bajos han sufrido varias bajadas salariales. Según el organismo público, un ejemplo de rebaja salarial se produce cuando los trabajadores sustituyen en un empleo a otros que lo han perdido. En este cambio, el nuevo empleado tiene un salario mucho menor. La precariedad y los sueldos bajos vienen de la mano de los trabajos a tiempo parcial. Este es el caso del 25% de los contratos del último año. Según el INE, ganaron de media 352 euros al mes en 14 pagas, y la mayoría eran empleos a tiempo parcial. Esta cifra se queda en la mitad del salario mínimo en España, que se sitúa en 648,60 euros. En definitiva, los trabajadores que menos cobran han visto caer su salario en un 10% desde 2007, mientras aumentaban los impuestos y el nivel de vida en España. Estas diferencias, provocan una mayor brecha salarial entre ricos y pobres. Actualmente, el salario medio de los ricos es 8 veces superior al de los trabajadores más pobres. Si sumamos a estas cifras los escandalosos recortes en sanidad y educación, la base fundamental de un país democrático, privatizando ambos sectores para mayor beneficio de los ricos, creo que ha llegado el momento de crear otra Molly Maguires que defienda de verdad los derechos de los trabajadores, antes de que sea demasiado tarde y así evitar que alguien termine como los de la fotografía tomada en Pennsylvania en 1870 debido a la insoportable e inhumana vida indigna a la que cada vez se ven abocadas más personas.




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