martes, 20 de octubre de 2015

LA FUGA DE ALCATRAZ

El 11 de junio de 1962 se llevó a cabo la histórica fuga de Alcatraz. Cuatro presos planearon fugarse, pero solo tres lo consiguieron: los hermanos Clarence y John Anglin y su compañero de presidio Frank Morris, todos condenados por robos de bancos. La trascendental huída inspiró películas, libros y documentales. Nadie sabe si sobrevivieron, cruzar la bahía de San Francisco a nado es un reto inhumano, y lo dice el narrador que cuenta esta historia porque ha estado en el lugar. Viendo las gélidas aguas, aun en época estival, y la distancia a nadar, parece imposible que ninguno de los tres consiguiera superar con éxito su fuga. Recientemente han aparecido nuevas piezas que ayudan a resolver este misterio, una imagen muestra a los hermanos Anglin vivos, 13 años después de la fuga, en un rancho de Brasil.

La fuga de los hermanos Anglin en el 62 fue unos de los últimos episodios de una prisión alimentada de leyendas y mitos, Alcatraz cerró en el 63. Uno de sus inquilinos más célebres fue Al Capone. 

Se sospecha que el cerebro del plan, que se llevó a cabo durante meses, fue Frank Morris. Los reclusos dieron con un pequeño pasadizo no vigilado situado en el bloque donde se hallaban. Cincelaron el hormigón, deteriorado por la humedad del mar, con herramientas tan básicas como una cuchara, una moneda de diez céntimos o una especie de taladro improvisado con piezas de una aspiradora robada. Uno de ellos tocaba el acordeón mientras los otros se afanaban en las labores de excavación, de esta manera evitaban que los vigilantes se percataran de su trabajo. El día de la huída, dejaron unas máscaras fabricadas con papel piedra en sus camas. Se conoce la elaboración del plan gracias a Allen West, el cuarto preso que no consiguió escapar. El FBI dio por muerto a Morris tras hallar unos restos humanos, pero no pudieron comprobar la identidad.

Una de las incógnitas que se ha  repetido durante los últimos 53 años es que la madre los Anglin continuó recibiendo flores y tarjetas, supuestamente, de sus hijos. Recientemente, la familia de los reclusos colaboró entregando alguna de esas tarjetas a un investigador que ha permanecido obsesionado por el caso durante años. Ken Widner, sobrino de los Anglin, cuenta que había recibido correspondencia de los presos y que pensaba que estaban vivos. La prueba más fehaciente que esgrime es un encuentro con un amigo de su infancia, Fred Freezy, en 1992, el 30 aniversario de la histórica huída. El hombre explicó que, en 1975, viajó a Brasil y, cerca de Rio de Janeiro, un tipo estadounidense le preguntó: “¿Te acuerdas de mí?”. Al parecer los hermanos Anglin vivían en un rancho, según Freezy, y les hizo algunas fotografías. El hombre guardó el secreto durante 17 años, pero a final decidió compartirlo mostrando las fotografías que tomó en el 75, trece años después de la fuga de Alcatraz. En la actualidad, si estuvieran vivos, Jonh Anglin tendría 85 años y su hermano Clarence 84.

El narrador no puede evitar sentir cierta aquiescencia, incluso entusiasmo, por los hermanos Anglin. No sé si es debido a esa atracción tan terrenal hacia lo prohibido, en una historia el malo siempre tiene más atractivo que el bueno, o simplemente se trate de una espontánea alegría al ver que dos hombres sencillos consiguieron burlar a uno de esos bancos dirigidos, consentidos y amparados por los auténticos chorizos, y posteriormente zafarse de la "justicia" protagonizando una huída de la prisión más segura de Estados Unidos.


Los hermanos Anglin en Alcatraz.



Fotografía que supuestamente muestra a los Anglin en 1975.

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