martes, 6 de octubre de 2015

TIEMPOS MODERNOS

No se quien decía hace poco que vivimos en un país de cabreros. No le faltaba razón, pero creo que tampoco hay que generalizar. Seguro que para algunos no estaría mal que sí se generalizase, y por eso, se han puesto manos a la obra. La nueva Ley de Educación (LOMCE) ha dejado las asignaturas que te hacen pensar de forma crítica apartadas de las aulas. Y no es que lo diga yo, sino que es un hecho. La asignatura de Filosofía es obligatoria solamente en primero de Bachillerato, lo que quiere decir que un alumno que solo curse la educación obligatoria no habrá visto los fundamentos que estructuran el pensamiento occidental, desde los clásicos hasta Marx o Sartre. En segundo de Bachillerato no es asignatura obligatoria y un año de Filosofía resulta insuficiente para profundizar un mínimo en la materia. A cambio, se ha potenciado Religión. Se amputa la asignatura de los “porqués” que habla de la racionalidad y del pensamiento crítico; y se potencia la asignatura de la creencia ciega e irracional que evita el pensamiento crítico e impone los dogmas a seguir “y punto final”.  

La última en sufrir el destierro ha sido Filosofía, pero anteriormente lo padecieron música, pintura, literatura, retórica, etc. Las asignaturas más creativas han sido y están siendo coartadas y aniquiladas. Precioso futuro nos espera. Me viene a la mente aquella maravillosa película de Charles Chaplin, Tiempos modernos. Perfecta parodia de nuestro mundo. Industrialización, fabricación, automatización, deshumanización, desnaturalización.

En general, los que gozan del beneficio del poder están interesados, y hasta obsesionados, en dominar al pueblo para seguir conservando ese poder. Y que mejor manera de hacerlo que creando una sociedad irreflexiva y adoctrinada en los dogmas de fe, en creer lo que le dicen sin analizarlo porque no tienen la formación necesaria para hacerlo. La formula es perfecta, te educamos para que vivas como un autómata, y encima, tienes que darnos las gracias porque vives en una sociedad “cojonuda”. 

A veces me pregunto qué es peor, si la mentira o la estupidez. Diría que la estupidez es mucho peor, porque no tiene solución, y el que comete una estupidez es tan ignorante que ni siquiera lo sabe, en cambio, el mentiroso sabe perfectamente que miente. En nuestras sociedad ambas van ligadas, una se nutre de la otra. Los mentirosos, que son los que ostentan el poder y el gobierno, quieren manipular al pueblo con sus mentiras para continuar en su trono de rebosante mierda. Ellos son malignos porque saben que engañan, por lo tanto, poco les importan sus “súbditos”. Y estos, los cabreros que decía aquel, el pueblo en general, debido a su ignorancia y su incapacidad de análisis y pensamiento crítico y racional causado por su limitada formación humanística y filosófica, cometen la tremenda estupidez de dar su voto de confianza a aquellos que les mienten y quieren gobernar, y lo que es más grave, lo hacen sin saber que son engañados porque son estúpidos y no se dan cuenta, o simplemente, lo aceptan como una especie creencia. Ellos son los que dan alas a los mentirosos, y estos, se aprovechan de su ignorancia exponiendo abiertamente dogmas absolutamente irracionales y contradictorios con el pensamiento humano.

Si se ha avanzado humanísticamente y socialmente no ha sido gracias a estos cuervos negros que mienten a sabiendas. Ha sido gracias a los que en contadas ocasiones alcanzan el poder y se preocupan de verdad en mejorar la vida de los demás y no están pendientes de inflar sus bolsillos y los de sus colegas. De aquellos políticos de verdad surgieron acciones que evolucionaron la sociedad, y con ello, mejoró la formación general que tiene como base el pensamiento crítico. Pero los hay que quieren volver atrás, cuanto más atrás mejor.

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