martes, 19 de enero de 2016

EL PODER DEL BESO

Los besos forman parte de ciertas funciones sociales, pero sobretodo me interesa el concepto romántico del beso, porque es ahí donde aflora el verdadero sentimiento del amor. Hay que distinguir el beso social, el beso sexual y el beso de enamorados. Las primeras historias donde aparece el beso romántico, que suelen representar a unos amantes desdichados que rompen las restricciones de la sociedad, son los relatos, leyendas y canciones de trovadores medievales, basadas en la caballerosidad y el amor galante. Anteriormente Platón, Homero, Catulo y otros escritores de la antigua Grecia y la vetusta Roma ya hacían referencia al beso en sus narraciones, pero no de forma enteramente romántica. Así pues, el beso romántico en los labios viene de las tradiciones medievales de amor cortés. Está impregnado de amor verdadero y es una acto conspirativo contra el cortejo pactado y el amor convenido. Incluso hoy, la traición y la infidelidad comienzan con un beso. Después sexo, pero nunca al revés. Por lo tanto, el origen del beso verdadero podría nacer de ese sentimiento de libertad ante las prácticas nupciales y amorosas establecidas que existían en tiempos pretéritos. 

Un ejemplo de beso romántico lo narra Shakespeare en su Romeo y Julieta. Todos conocemos la trágica historia de amor imposible entre dos enamorados que pertenecen a familias distintas e irreconciliables. Julieta dice:  “Ahora tienen mis labios el pecado que han tomado de los tuyos”. A lo que Romeo responde: “¿El pecado de mis labios? ¡Dulce reproche! Devuélvemelo”. Desde el principio, el beso y el “amor desdichado” van de la mano. Acaso esa sea la única posibilidad para el amor verdadero: quizá pecaminoso, como dice Julieta, pero irresistible. Hoy en día encontramos este mensaje implícito en todas las historias de la cultura de masas, desde las películas hasta las novelas superventas. El poder del beso furtivo para cambiar la vida de la gente nos empuja inexorablemente a besar. 

Besar se ha convertido en la acción romántica por excelencia. ¿Hay algo más romántico que dos personas abrazándose, mirándose a los ojos y, como colofón de ese momento romántico, besándose en los labios? En ese instante, el beso transporta a los amantes a otro nivel de la existencia, muy por encima de lo mundano. El beso sigue siendo una acción de amor subversiva, y tiene un gran significado, pues provoca una compleja serie de reacciones químicas que potencian los sentimientos románticos y hacen que los actos físicos, como las relaciones sexuales, sean mucho más significativos e íntimos. El beso es, en pocas palabras, un “elixir” embriagador. A fin de cuentas, el romance es un ideal, una parte de la forma en que fantaseamos sobre el mundo. Todos desean vivir una gran historia de amor, aunque puede que nunca llegue. El beso concierne a lo ideal, no a lo real. El beso tiene un enorme poder: durante unos instantes suspende la realidad y el mundo se vuelve perfecto. Cuando funciona, hace añicos lo cotidiano, nos olvidamos de las banalidades que constituyen el día a día. Dichoso acto.


"Le baiser de l'Hôtel de Ville", fotografía de Robert Doisneau.

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