martes, 26 de abril de 2016

MENTIRA, O QUIZÁ NO

En cierto modo, el panorama político es un reflejo de la sociedad. Mentira, o quizá no. Si hacemos repaso de los cuatro o cinco partidos con más representación en el parlamento nos podemos hacer una idea del país que tenemos. Mentira, o quizá no. La hostilidad entre políticos es la misma que se respira en la calle. Mentira, o quizá no. Señores políticos, si fuerais capaces de llegar a una acuerdo, en los cuatro o cinco puntos básicos que sustentan una sociedad democrática, es posible que la gran masa social también lime asperezas entre ellos. Mentira, o quizá no. Lo normal y adecuado para las relaciones personales, políticas y comerciales es el trato pernicioso. Mentira, o quizá no. Lo que está claro es que uno no llega muy lejos si es afable y muestra empatía. O acaso pensamos que un ministro o un presidente de una entidad bancaria o un consejero delegado de una multinacional es una persona simpática, cordial y preocupada por los problemas sociales y lucha a brazo partido por aumentar el salario mínimo y por incentivar inversiones para disminuir el desempleo. Diría que no. Lo que se lleva es el trato adverso, si se llega a un acuerdo será mirando al otro por el encima del hombro. De otra forma parece imposible. Y esto, creo que no es mentira.

Echando un vistazo al encriptado panorama político, es imposible toparse con un pez gordo que no viva en permanente estado de trato negativo, incluso despreciativo, y los que optan por un trato menos nocivo y más cordial, se nota a la legua que están envueltos en una piel de cordero, cuando son tan lobos como el resto. La mayoría de los ciudadanos desea un pacto y quiere que se mejoren sus condiciones de vida o, al menos, que se mantengan, y no al revés, como está sucediendo en los últimos años. Y esto, tampoco es mentira.

martes, 19 de abril de 2016

INSPECTORES LINGÜÍSTICOS

Se ha prohibido, como si del propio Cesar se tratase, decir “los niños” y “los ciudadanos”. Son solo dos ejemplos, pero la lista en larga. Teniendo en cuenta que prohibir encubre una orden, nos ordenan decir en su lugar “la infancia” y “la ciudadanía”. No estoy leyendo un pasaje de 1984, la memorable novela de George Orwell en la que aparecen conceptos como Policía del Pensamiento, Neolengua, Omnipresente o Vigilancia Masiva. Tampoco me refiero a ciertas naciones alegóricas y exhibicionistas, que viven encerradas en sus rancias ideas y necesitan crearse un enemigo incluso lingüístico. Me refiero a la Junta de Andalucía, tan progresista y socialdemócrata, al menos en el carnet. Pero ya lo dijo Marx, me refiero al bueno, a Groucho: “La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”. 

También han prohibido decir “los funcionarios”, la orden es decir “el funcionariado”. Ni “los andaluces”, sino “la población andaluza”. Lo justifican porque “el lenguaje no puede contribuir a la invisibilidad el género femenino”. Asimilando los criterios de la nueva ordenanza andaluza y teniendo en cuenta que desconozco su contenido completo, me aventuro a decir que “los chorizos”, refiriéndose al enorme conjunto de ladrones que hay metidos en política, tendría que ser algo así como “grupo birlesco”. Quizá, por la misma ordenanza, el parlamento andaluz no deberían estar compuesto por políticos, sino por “la clase política”. Este eufemismo tendría mucha aceptación, estoy seguro, sería como alzar al escalafón celestial a los políticos. ¿Y qué decir del “los curas”? Aquí la solución es compleja, el clero es inamovible. ¿Y “los albañiles”? ¿Sería “colectivo de constructores de obra manuales”? Por cierto, ¿existe albañila? ¿Y “los payasos” del circo? Me imagino en la pista central al maestro de ceremonias con su gorro de copa, chaqueta larga de frac, pajarita, luciendo un enorme bigote postizo, señalado por varios cañones de luz, redobles de tambor, alzando su voz para anunciar: Y ahora, con todos ustedes “el gremio de humoristas”…


Creo que la igualdad de género no se demuestra con las palabras, sino con los hechos. Y creo que vamos avanzando en la buena dirección. En cambio, respecto a la igualdad social, sucede lo contrario. Me explico: Cuando se dice “los funcionarios del estado no recibirán la paga extra de verano y además verán reducido su salario un diez por ciento”, se entiende que los funcionarios del estado, tanto las mujeres como los hombres, no recibirán la paga extra y, además, verán reducido su salario. Nadie entendería que solo los hombres se quedaran sin la paga extra de verano y vieran reducido su salario y, contrariamente, las mujeres no. Entonces ¿dónde está el agravio lingüístico? Me parece que el verdadero ultraje está en no recibir la paga extra y en reducir el salario, claro que, seguramente, la delegada de igualdad de Andalucía no tenga problemas económicos.

martes, 12 de abril de 2016

LA NACIÓN, LA NUEVA RELIGIÓN

La diferencia entre Estado y nación radica en que el Estado es una estructura político administrativa que controla un territorio y a sus habitantes, implanta unas normas de convivencia y tiene la capacidad y la autoridad para hacerlas cumplir. En cambio, nación es un elemento abstracto que justifica la existencia del Estado. Algo imaginario que reside en nuestras mentes y al que se supone que pertenecemos porque formamos una comunidad cultural (compartimos costumbres, una lengua común, modo de vida…) y el hecho de pertenecer a ese sujeto imaginario, legitima la existencia del estado. Nada más lejos de la realidad, la convivencia humana va mucho más allá de la nación, de esa supuesta comunidad cultural. 

Las naciones no existen, son una invención, igual que los dioses. En la Roma antigua los dioses eran verdaderos para el pueblo, falsos para los ilustrados (filósofos) y útiles para los políticos. En la actualidad, los dioses se han convertido en naciones y continuamos igual. La plebe cree en las naciones (algunos ciegamente), los eruditos las rechazan y los políticos se valen de ellas para sus intereses. Una de las principales funciones de la religión es la identitaria, por eso es comparable a la nación. Supuestamente te da una identidad, te dice quién eres y te da autoestima. Igual que durante muchos años el ser humano se ha matado por las religiones, en los últimos siglos lo ha hecho por ese pensamiento único llamado nación. Esto nos llevó a las atrocidades de las dos guerras mundiales y de los fascismos.

Por suerte, en Europa estamos intentando crear una estructura por encima de los Estados y las naciones. No es una tarea fácil y todavía tiene que mejorar en muchos aspectos. El Parlamento Europeo tiene que ser la verdadera expresión de la soberanía europea, porque en cuanto surge algún problema la gente vuelve a sus viejos nacionalismos. De cualquier forma, lo importante es tener la voluntad de crear un espacio común, donde los factores de origen se combinen renunciando a identidades intermedias e imaginarias, como las naciones, y donde nuestros derechos los tenemos por ser ciudadano y no por ser mujer o católico o cualquier otra cosa. Un lugar donde todos los ciudadanos tenemos los mismos derechos, basados en unas normas de convivencia comunes que debemos respetar, y da igual tu lengua, tu consanguinidad o tu religión. 

martes, 5 de abril de 2016

OFFSHORE PARA TODOS

Las sociedades offshore son empresas oscuras que se caracterizan por estar registradas en un paraíso fiscal y no realizan ninguna actividad económica o comercial en ese país. Estas compañías están controladas por empresas o ciudadanos extranjeros, que llevan a cabo sus negocios en otras partes del mundo y que utilizan el paraíso fiscal únicamente como domicilio legal de la sociedad. Las sombrías sociedades offshore están acogidas a regulaciones legales y fiscales muy favorables. Excepto una pequeña cuota de registro anual (que no suele superar los 200 dólares) las sociedades opacas offshore no sólo están exentas del impuesto sobre sociedades, sino también de otros tributos habituales en la mayoría de los países, como el impuesto sobre el valor añadido (IVA), el impuesto sobre actividades económicas o el pago de contribuciones sociales. A menudo también son utilizadas por sus propietarios, para eludir (o en ciertos casos evadir) el pago de los impuestos sobre personas físicas. Entre los más importantes podemos mencionar el impuesto de sucesiones, el impuesto de transmisiones, el impuesto sobre el patrimonio, el impuesto sobre la renta de las personas físicas o, en ocasiones, incluso los impuestos sobre vehículos. 

El negocio es fácil. A grandes rasgos se podría explicar así: ganas dinero en España –por poner un ejemplo ahora que están en boga los “papeles de Panamá”–, creas una empresa “por un puñado de dólares”  en uno de esos paraísos fiscales mediante algún intermediario o tú mismo, mueves allí el dinero ganado en España y, cuando lo necesitas, vuelves a recoger ese dinero. Por arte de birlibirloque no has pagado impuestos. Has ganado dinero en España gracias a su estructura de negocio y no has pagando lo que correspondería por ley al estado español. Según los “papeles de Panamá”, en España han jugado a burlarse del resto Pilar de Borbón (hermana de Juan Carlos, el que fuera rey), Pedro Almodovoar y su hermano Agustín, Leo Messi, Arias Cañete y el equipo de futbol Real Sociedad. Esto respecto a los que corresponde a España y al paraíso fiscal de Panamá. Si multiplicamos todos los países por todos los paraíso fiscales –no nos olvidemos de los Pujol en Andorra, por ejemplo–, el resultado sería abrumador. Creo que si viéramos publicados todas las personas y empresas españolas que tienen dinero en paraísos fiscales nos quedaríamos paralizados. Conocer esa realidad es necesario para terminar con esta lacra. A groso modo diría que casi cualquier persona que tenga una empresa o una profesión que le reporte unos beneficios abultados –nada del salario medio español que son unos 22.000 euros– tiene una gran parte de los beneficios obtenidos en España en algún paraíso fiscal.

La mejor manera de terminar con la ventaja de unos pocos –siempre los más adinerados–, sería globalizar estas sociedades. Lo contrario es imposible, no hay voluntad de los gobiernos. Algo parecido a cuando estaba prohibido el alcohol y solo se beneficiaban algunos –los mismos de antes–, y terminó legalizándose y se creó un negocio global. Ya que estamos en un mundo globalizado, es lo menos que se puede pedir. Lo que no puede ser es que si se trata de un beneficio sea solo para unos pocos, y si hablamos de un perjuicio sea algo global, que en realidad no afecta a esos pocos elegidos. ¡Ya está bien de paraísos fiscales y beneficios solo para los ricos! 

En el peñón de Giblatrar existen más empresas que habitantes. En las Islas Vírgenes otro tanto. Qué curiosos, ambos paraísos fiscales son Británicos. Pero hay muchos más, solo nombraré unos cuantos, los más sonados: Andorra, Liechtenstein, Bahamas, Barbados, Belice, Islas Caimán, Panamá, Filipinas, Botswana y un largo etcétera. Los sistemas tributarios de estos lugares favorecen, de manera especial, a sus no residentes, ya sean personas físicas o empresas. Además, poseen escasos o nulos convenios con otros países en materia tributaria, ofrecen secreto bancario, no tienen normas de control de movimiento de capitales (origen o destino) permitiendo así el blanqueo de capitales, permiten la libertad de movimiento de personas y bienes, exención total o parcial de pago de impuestos y leyes o normas que no permiten el intercambio de información para propósitos fiscales con otros países. Las ventajas fiscales son innumerables para las empresas o ciudadanos domiciliados allí. ¡Offshore para todos ya!