martes, 19 de abril de 2016

INSPECTORES LINGÜÍSTICOS

Se ha prohibido, como si del propio Cesar se tratase, decir “los niños” y “los ciudadanos”. Son solo dos ejemplos, pero la lista en larga. Teniendo en cuenta que prohibir encubre una orden, nos ordenan decir en su lugar “la infancia” y “la ciudadanía”. No estoy leyendo un pasaje de 1984, la memorable novela de George Orwell en la que aparecen conceptos como Policía del Pensamiento, Neolengua, Omnipresente o Vigilancia Masiva. Tampoco me refiero a ciertas naciones alegóricas y exhibicionistas, que viven encerradas en sus rancias ideas y necesitan crearse un enemigo incluso lingüístico. Me refiero a la Junta de Andalucía, tan progresista y socialdemócrata, al menos en el carnet. Pero ya lo dijo Marx, me refiero al bueno, a Groucho: “La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”. 

También han prohibido decir “los funcionarios”, la orden es decir “el funcionariado”. Ni “los andaluces”, sino “la población andaluza”. Lo justifican porque “el lenguaje no puede contribuir a la invisibilidad el género femenino”. Asimilando los criterios de la nueva ordenanza andaluza y teniendo en cuenta que desconozco su contenido completo, me aventuro a decir que “los chorizos”, refiriéndose al enorme conjunto de ladrones que hay metidos en política, tendría que ser algo así como “grupo birlesco”. Quizá, por la misma ordenanza, el parlamento andaluz no deberían estar compuesto por políticos, sino por “la clase política”. Este eufemismo tendría mucha aceptación, estoy seguro, sería como alzar al escalafón celestial a los políticos. ¿Y qué decir del “los curas”? Aquí la solución es compleja, el clero es inamovible. ¿Y “los albañiles”? ¿Sería “colectivo de constructores de obra manuales”? Por cierto, ¿existe albañila? ¿Y “los payasos” del circo? Me imagino en la pista central al maestro de ceremonias con su gorro de copa, chaqueta larga de frac, pajarita, luciendo un enorme bigote postizo, señalado por varios cañones de luz, redobles de tambor, alzando su voz para anunciar: Y ahora, con todos ustedes “el gremio de humoristas”…


Creo que la igualdad de género no se demuestra con las palabras, sino con los hechos. Y creo que vamos avanzando en la buena dirección. En cambio, respecto a la igualdad social, sucede lo contrario. Me explico: Cuando se dice “los funcionarios del estado no recibirán la paga extra de verano y además verán reducido su salario un diez por ciento”, se entiende que los funcionarios del estado, tanto las mujeres como los hombres, no recibirán la paga extra y, además, verán reducido su salario. Nadie entendería que solo los hombres se quedaran sin la paga extra de verano y vieran reducido su salario y, contrariamente, las mujeres no. Entonces ¿dónde está el agravio lingüístico? Me parece que el verdadero ultraje está en no recibir la paga extra y en reducir el salario, claro que, seguramente, la delegada de igualdad de Andalucía no tenga problemas económicos.

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