martes, 24 de mayo de 2016

Y VUELTA A LA EDAD MEDIA

Como si del medievo se tratara hay “autoridades” que se jactan de establecer los criterios a seguir por el resto de la sociedad, que no para ellos. Pondré un ejemplo, que por desgracia no es el único. Se trata de Juan Rosell, oficialmente presidente de los empresarios españoles y oficiosamente emperador de emperadores, condes, duques y marqueses. Juan, como lo llamará cualquiera que lo conozca un poco y creo que a estas alturas ya le conocemos y sabemos de qué pie cojea, ha dejado caer en los medios de comunicación uno de sus dogmas: "el trabajo fijo y seguro es un concepto del siglo XIX". Visto desde el otro lado del espejo, Juan vino a decir que el trabajo hoy en día es —y si no lo es tiene que serlo, pensará— temporal e inseguro y consecuentemente mal pagado, justo lo que él desea como empresario y explotador. Solo daré un dato: la media de contratos fijos en Europa en casi un veinte por ciento mayor que en España. ¿Hacia dónde quiere llevarnos Juan y los suyos y los políticos que los secundan? Hacia Europa no, desde luego. Más bien hacia otro continente situado más al sur o hacia el este. Mano de obra barata en casa. Para que haya ricos tiene que haber pobres, o como sería más adecuado en la actualidad: para que haya clase alta tiene que haber clase baja.

También nos ilumina Juan con sus palabras, venturosas donde la haya, al decir que el que quiera trabajar tendrá que ganarse el empleo todos los días. Esta afirmación tiene su miga, aunque no lo parezca. Es evidente que los asalariados se tienen que ganar el empleo cada día porque pueden ser despedidos en cualquier momento por cuatro miserables duros (perdón, euros). Entonces, ¿por qué lo dice? Es de suponer que su idea, la que no se atreve a desvelar por miedo a que el pueblo se rebele, vaya en la línea de utilizar a las personas como si fuéramos un elemento más del negocio, como la cerveza para un bar o la harina para una panadería. Lo que él piensa en realidad sería algo así: En una semana que hay más trabajo dispongo de diez personas adicionales por un precio económico y pasado este tiempo las despido. Si al mes siguiente necesito de nuevo a veinte personas, las contrato utilizando el mismo procedimiento y las despido. Eso sí, a ser posible que cada uno de ellos se pague su seguridad social, que sean autónomos, bastante hace el empresario con proporcionarle un empleo (aunque sea una mierda de empleo). Al cabo de un año el empresario habrá contratado y despedido a ochenta personas pagando salarios irrisorios y la seguridad social habrá recibido su parte ínfima. El beneficio del empresario habrá sido el mismo que si hubiera tenido a esas ochenta personas en nómina durante todo el año, pero pagando mucho menos en salario y nada, o muy poco, de seguridad social, dependiendo de si los contratados son autónomos o no. Es evidente que el empresario ha ganado más dinero que si hubiera tenido a esos ochenta trabajadores contratados como fijos, pero la pregunta es la siguiente: ¿El beneficio le habría dado al empresario para pagar a todas esas personas un salario decente en el marco de un contrato fijo? Diría que sí, o al menos en la mayoría de los casos. Esto sería bueno y necesario para el mantenimiento del sector público porque se pagaría a la seguridad social la pertinente cantidad y el trabajador pagaría a hacienda lo que le corresponda. Las arcas del estado se sostendrían, no recortarían en sanidad, ni en educación, ni en prestaciones sociales. Pero claro, los empresarios (esto es, los condes, marqueses y duques de hoy en día) obtendrían menos beneficios. Por lo tanto, los empresarios están de acuerdo en que hay que abogar por una contratación temporal e insegura, no vaya a ser que el estado tenga demasiado dinero y no se pueda privatizar. Por supuesto el hecho de privatiza lo público beneficia a los empresarios, son ellos los que se quedan con un negocio ya creado. Y parece que lo están consiguiendo, a los hechos me remito. Y a cambio, casi un 40% de la población vive en el umbral de lo que ellos llaman “clase baja”. Porcentaje que ha subido casi un 15% en los cinco últimos años. 

Pero Juan nos ha enseñado el camino en varias ocasiones. Aquí os dejo alguna de sus perlas, que comparten esos condes, duques, marqueses y políticos lameculos que pertenecen a lo que ellos llaman “clase alta”: 
—“A lo mejor habrá que pagar más impuestos y tener menos servicios, pero así es la vida. La vida no es fácil”. Supongo que no lo dirá por él.
—“No se puede ligar el incremento anual de los sueldos al IPC”. Lo mismo, supongo que no lo dirá por él. 
—“Ahora amas y amos de casa se apuntan al paro para cobrar subsidios”. Tela marinera, tiene enjundia la frase. Sin comentarios. 
—“Las pensiones no van a ser suficientes por mucho que queramos y por mucho que las incrementemos”. Se detecta un ligero anhelo de privatizar las pensiones y de no aportar ninguna solución como podría ser que pagase el que más tiene, ya que es él y los de esa “clase alta” los que más tienen.

Lo dejo aquí, no vaya a ser que algún iluminado como Juan se anime y sugiera recobrar el derecho de pernada. A más de uno le rondará por la cabeza. 

Tengo la sensación de estar delante de un espectáculo testimonial. Empresarios, políticos y sindicatos parecen actores que comen del mismo pastel: el proletariado.

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